viernes, febrero 29, 2008

Los Dioses Serpiente


Desde hace mucho tiempo, las serpientes han desempeñado un importante papel en la humanidad. De hecho, son muchas las religiones que con frecuencia las mencionan y que les rinden un especial culto sagrado. Existe en la India lugares en los que se venera a los reptiles y aun se les haces vivir el templos sagrados. Por otro lado, hay varias sectas de ritos satánicos que utilizan a las serpientes como símbolo eje de sus creencias.

Nosotros mismos podemos observar cómo las serpientes provocan distintas reacciones entre las personas; hay quienes las adoran, coleccionan y alimentan como a hijos propios, y también otros que las detestan simplemente con mirarlas. ¿Qué significa el que tales serpientes sean “especiales” para el hombre?

Algunas gentes piensan que las serpientes, en realidad, fueron hace millones de años una raza fuerte y organizada que pobló la Tierra, y que tuvo que combatir y perder contra la humanidad, por la supremacía de nuestro planeta. Esta idea podría parecer disparatada, pero si observamos los argumentos que nos ofrecen quienes la defienden, veremos que es muy posible que las serpientes sean los descendientes de una raza de dioses serpiente que llegaron a la Tierra muchos millones de años antes que los dioses humanoides, y que poblaron nuestro planeta hasta que apareció el hombre. Entre ambas razas, se libraría una batalla de la que existen algunos testimonios, y la raza humana terminaría por imponerse a las serpientes.

Hace 150 millones de años.

Es preciso recordar que los reptiles se han arrastrado sobre la superficie de la Tierra desde hace más de 150 millones de años, que si los comparamos con el sólo único millón que el hombre ha deambulado por el planeta, aquéllos resultan una eternidad. En el largo lapso en que las serpientes permanecieron “solas” en la Tierra pudieron haber ocurrido muchas cosas. Es muy posible que los reptiles hayan llegado a tener una organización social, complicados medios de comunicación, e incluso que hayan llegado a definir creencias religiosas.

No es difícil suponer que los primeros “dioses” de origen extraterrestre que llegaron a nuestro planeta hayan sido dioses serpientes; lógicamente al tratar de poblar la Tierra haya sido con seres idénticos a ellos, y fue así como aparecieron los reptiles.

Las serpientes eran seres únicos hace 149 millones de años antes de la llegada de los hombres, tiempo suficiente para su evolución y desarrollo y para su organización como una avanzada comunidad.

Llegaron los humanoides.

¿Qué fue lo que ocurrió después? Es probable que hace un millón de años, a la llegada por primera vez de los dioses humanoides a la Tierra, éstos, al igual que los dioses serpiente, se encontraron ante sí con un planeta que merecía ser poblado, y quizás decidieron hacerlo colocando humanoides que se reprodujeran. Sólo había un problema: la Tierra se encontraba ya poblada por una comunidad organizada de serpientes.

La idea de ver su planeta invadido por colonos alienígenas no debió haber gustado mucho a las serpientes; quienes seguramente se rebelaron, entonces se libró entre hombres y serpientes una feroz batalla que, afortunadamente, ganó la humanidad.

Sin embargo, las serpientes no se rindieron ni abandonaron la batalla, al contrario, entablaron una “guerra fría” contra el hombre utilizando en ella las únicas armas de que disponían; su veneno mortal e inteligencia.

El paraíso.

Seguramente todos estamos familiarizados con la escena bíblica de la tentación de Eva en el Paraíso Terrenal; fue precisamente una serpiente la que puso ante la primera mujer el símbolo de la tentación, que podría significar su perdición y la de todos sus descendientes. Quizás esta tentación fue un movimiento estratégico de las serpientes para voltear a los dioses humanoides contra sus protegidos. Afortunadamente, y a pesar de que los hombres perdieron muchos privilegios a raíz de la tentación, los dioses no volvieron la espalda a los humanos y periódicamente volvieron para ayudarles en la batalla contra las serpientes.

A raíz de la experiencia del Paraíso Terrenal, las serpientes han sido consideradas como símbolo de inmoralidad sexual, además de declaradas enemigas del hombre.

Una prueba de que los dioses humanoides volvieron para proteger a los hombres del ataque de las serpientes la encontramos en la gran cantidad de relatos antiguos. La diosa egipcia Bast, el dios griego Apolo y el cristiano San Patricio, se comportaron valerosamente en la campaña por eliminar los remanentes de la organización de las serpientes, cuyo poder se encuentra representado en las figuras de Pitón, Apep y Nagina, quienes al ser vencidos por los dioses se vieron obligados a vivir en las tinieblas.

La memoria subconsciente.

La gran mayoría de las personas siente pavor hacia las serpientes; mismo que podría explicarse si observamos que todos y cada uno de nosotros somos descendientes de hombres que libraron posiblemente batalla contra las serpientes. Según las leyes de la herencia, en el cerebro de cada descendiente existe parte de la memoria de su padre, aunque de una forma muy subconsciente, por lo que, se supone, la mayoría de nosotros guardamos el recuerdo de esas batallas (en el inconsciente) es por tanto, que, en cada ocasión que nos encontramos ante una serpiente, nos alerta la experiencia sufrida por la antigua humanidad frente a estos reptiles. Esta es una forma lógica de explicar el pavor y la repugnancia que la mayoría de las personas sienten hacia las serpientes.

La piel: un importante documento.

Una de las áreas en que los dioses serpiente debieron haber estado interesados fue, sin duda, el de la magia y las artes ocultas. La ofidiomancia, es una de las más antiguas formas de adivinación. Ella predice el porvenir leyendo los dibujos que se forman sobre la piel de las serpientes. Los antiguos adivinos conocían esta cábala para adivinar la fortuna. ¿Cómo obtuvieron este conocimiento? Es muy posible que los dioses serpiente, antes de partir de nuestro planeta, imprimieran sobre la piel de sus descendientes toda la valiosa información que poseían. La capacidad de interpretación de los dibujos sólo le fue concedida a un selecto grupo de sacerdotes humanos amigos de las serpientes, los cuales tuvieron la responsabilidad de transmitir el conocimiento a través de varias generaciones.

Fueron los griegos, especialmente, quienes a menudo mencionaron la influencia de las serpientes en los campos místicos. El gran dios Hermes, se dice, fue un ser sumamente talentoso y sabio que poseía la capacidad de realizar hechos prodigiosos, que iban desde volar, gracias a un par de zapatos alados, hasta curar cualquier enfermedad por medio de su bastón. El símbolo de este bastón, que representan a dos serpientes enrolladas, fue utilizado por los alquimistas como señal de poder y sabiduría. Hoy es el emblema de las artes de la salud.

Quizá la imagen clásica de los hombres serpiente es la mítica Medusa, de la cual existen más de 25 versiones en el mundo: habla de una mujer excepcionalmente hermosa, cuyo pelo fue transformado en nido de serpientes. Medusa poseía el don de convertir a los humanos en piedra con sólo mirarlos, y fue Perseo quien la derrotó, haciéndola observar su imagen misma en la base de su escudo, lo que le permitió decapitarla. Esto representa una cruenta batalla entre hombres y seres serpientes, la cual, para fortuna de nosotros, ganó la humanidad.

Si observamos, en libros y leyendas se repite con mucha frecuencia el tema de las serpientes. En algunas ocasiones como símbolo de adoración y en otras como señal de una tragedia. En pinturas, libros y leyendas mitológicas, las serpientes aparecen constantemente como prueba representativa de algo muy importante para el hombre.

Está comprobado que los niños viven un estado mental de subconsciente; si observamos las reacciones de ellos ante las serpientes, tendremos una prueba más de que lo que decimos no es absurdo.

La batalla, que se inició con la aparición del ser humano, fue aparentemente ganada por el hombre, pero recordemos que aún hay serpientes y que es muy probable que se encuentren preparando el desquite que les permita ganar la batalla final.


Suplemento, Revista Duda ¿De donde llegaron los Etruscos?., Editorial INDICE. #940, 5 de Julio de 1989

domingo, febrero 24, 2008

Cómo leer el carácter en sus manos II

Quiromancia


Los dedos

De gran importancia en el método para leer sus manos, son los dedos, ya que por medio de ellos podemos saber facetas de nuestra personalidad o de las personas que permanecían ocultas a nuestros ojos.



Dedo Índice

El dedo índice está usualmente en conjunción con el pulgar. También llamado “el dedo de la ambición”, o “dedo de Júpiter”, indica la naturaleza y la fuerza de los deseos del individuo.

El índice largo, pertenece a personas con grandes deseos de dominar y con un alto grado de ambición. Si la energía del pulgar está bien dirigida puede terminar en una vida de éxito, aunque no necesariamente feliz o bien ajustada. Sin embargo, si la energía indicada por el pulgar es débil, este deseo probablemente no estará al alcance del individuo y esto le brindaría una sensación de fracaso.

Un índice notablemente corto denota sentimientos de insuficiencia. Cuando este dedo pertenece a una mano con gran grado de sensibilidad, se puede deducir que la persona estudiada es reservada, dócil y posiblemente manejada por los demás.

Un dedo índice recto es signo de grandes poderes de observación, los que no existirán si el dedo está ligeramente doblado. Un dedo índice doblado hacia el dedo medio demuestra cierta tendencia a acumular y a aferrarse al dinero. Indica también cierta timidez y retraimiento.

Dedo medio

El dedo medio está bajo la influencia de Saturno, e indica el balance psicológico de la persona. Un dedo medio largo puede significar cierta tendencia a las cosas del intelecto. Por el contrario, un dedo medio corto impulsividad, y una tendencia a dejarse llevar por los sentimientos. Mientras más pesado y dominante sea el dedo con más claridad se indicara la seriedad y consideración del individuo.

Dedo anular

Este es el dedo de Apolo y está ligado a las emociones. Mientras su forma y balance sean correctos también lo será el balance emocional de la persona. Si el dedo estuviera fuera de proporción con el resto de la mano, sería signo de una vida emocional desequilibrada, y que no correspondería al resto de la existencia del individuo.

Un dedo demasiado chico puede indicar dificultades para ajustarse con otra gente, para solucionar problemas emocionales así como una naturaleza dada a provocar conflictos con los demás. Un dedo mas largo de lo normal, señala un alto grado de introversión, y generalmente corresponde a un sujeto preocupado por si mismo y por sus necesidades interiores.

Dedo meñique

El dedo meñique está influido por Mercurio, y debe ser estudiado en conjunción con el dedo anular, el dedo de Apolo, porque indica la forma como la gente puede relacionarse con sus semejantes. Lo más importante de este dedo es su ubicación. Si está aislado de otros dedos, indica cierta inhabilidad para relacionarse con los demás. Si este dedo posee un segmento superior demasiado largo indica que la persona posee fluidez de palabra. Si el dedo aparece torcido puede indicar que la persona es mentirosa.

Uñas

Las uñas de una persona son también un elemento importante en la quiromancia, a esta forma de adivinación se le llama onicomancia, el arte de leer el carácter de acuerdo con el aspecto de las uñas.

Las uñas que son naturalmente largas, medidas desde la cutícula, usualmente pertenecen a gente amable y sencilla.

Las uñas largas y anchas muestran sentido común: mientras que las uñas largas con forma de almendra denotan a una persona idealistas y soñadora. Las uñas cortas van con una naturaleza práctica, analítica y energética. Si son demasiado cortas, su dueño podría ser tempestuoso y altamente crítico. Uñas cortas y anchas indican obstinación y agresión.

Suplemento, Revista Duda La Atlantida descubierta por energia mental., Editorial POSADA. #443, 26 de diciembre de 1979.

martes, febrero 19, 2008

Napoleón y la maldición de la Esfinge

La relación mas inquietante entre Napoleón Bonaparte y la magia es, sin duda, su experiencia con la Esfinge, exactamente con la celebre maldición de la Esfinge, de la que fue victima no sólo el emperador, puesto que la maldición se extendió hasta alcanzar a todos sus descendientes, quienes tuvieron todos el mismo misterioso destino.

El que profana la Esfinge, la gran guardiana del templo, está destinado a sufrir personalmente y transmitir a sus propios descendientes, una maldición que preve una grave enfermedad desde la infancia y la muerte lejos de la patria, en cautiverio.

De la Esfinge se sabe poco. La famosa estatua ya estaba enterrada en el desierto seguramente mil cuatrocientos años antes de la llegada de Cristo y fue colocada como guardiana de tres pirámides sepulcrales de tres grandes faraones; al menos esto es lo que se aprende leyendo la tabla grabada en el mismo monumento. Sin embargo, es probable que como símbolo de protección a los muertos haya sido levantado muchos siglos antes.


Misterios del Antiquisimo Monumento

La Esfinge ha sido definida “madre del terror” por los escritores árabes. Plinio habló de ella como una divinidad sobre la que existe un “encantamiento de silencio”. El escritor árabe Abd-al-Latif afirma, como otros, que del misterio de la Esfinge no hay que hablar, porque de ello parte el terror.

Plutarco, que fue a contemplar el monumento del desierto, admitió no haber logrado penetrar en su gran misterio, que, sin embargo, percibía, por lo que afirmó que en la Esfinge está el secreto el conocimiento.

La Esfinge tenía, y parece que todavía los tiene en secreto, a sus sacerdotes y sus guardianes, llamados también guardianes de la muerte y la verdad. Con estos sabios, que estaban en posesión de mágicos poderes mas adelante perdidos, se encontraron grandes personajes, como Solón, Tales, Eudoxo, Licurgo y propio Pitagoras.


Según la tradición, la Esfinge tenía también el poder de hablar, así como de comunicarse, y todo lo que ella decía era transcrito sobre papiros por los sacerdotes secretos y transmitido al faraón, quien sacaba de ello inspiración para las leyes. Uno de los más poderosos faraones, Tutmosis IV, debe su nombramiento precisamente a la Esfinge.

Como hemos dicho, cerca de 1,400 años antes de Cristo, el monumento de piedra estaba sepultado por la arena del desierto. En aquel lugar, de regreso de una cacería, se detuvo a descansar, lejos de sus compañeros, un joven príncipe. Atraído por el lugar, el joven ofreció flores al dios Horus, quien se le apareció y le pidió que hiciera desenterrar la Esfinge de las arenas. A cambio de ello, la madre del terror lo convertiría en faraón. Aunque la cosa era imposible, al no tener el joven ninguna posibilidad de acceder al trono, obedeció y sacó el monumento de su prisión de arena.

Contrariamente a toda la ley dinástica y gracias a una serie de hechos sin explicar, aquel joven se convirtió en faraón, precisamente con el nombre Tutmosis IV.


La maldición contra Napoleón.

Hemos hablado de la maldición que desde siempre está relacionada con la Esfinge y que afecta a quien la ofende o viola su poder oculto. Y es sabido que los soldados de Bonaparte, durante la campaña de Egipto, bombardearon a cañonazos el rostro impenetrable del monumento.

Pronto ocurrieron los primeros desastres, que parecieron destruir para siempre todo el sueño de Bonaparte, que había ido para Egipto no sólo para combatir sobre el terreno inglés, sino también para llegar, siguiendo el itinerario de Alejandro el Grande, a las Indias, y arremeter en aquel preciso punto débil e insospechado, contra los odiados ingleses.


No fue sólo la derrota de la flota francesa en Abukir la que dio el golpe de gracia al ejército en Egipto. Nacieron disensiones internas, se produjeron rebeliones y actos de violencia inaudita. Mientras se afirma, por cierta tradición, que Bonaparte intentó, y tal vez consiguió, entrar en contacto con el célebre Viejo de la montaña, jefe de la secta de los Asesinos, la misma que mantenía relaciones con los Templarios. Así, bajo los efectos de especias desconocidas, secciones enteras se enzarzaron en masacres y violencias que exasperaron incluso a pueblos amigos. Una página de historia que siempre es olvidada, como una sombra molesta sobre el mito del gran corso.


La maldición de la Esfinge alcanzó, de todas formas, a Napoleón mucho más tarde, después del fausto del consulado, del imperio y de las grandes conquistas. Ya el nacimiento del rey de Roma, dado a luz por María Luisa de Absburgo, fue un presagio; según la maldición, nació el pequeño enfermo. Y su parábola fue una de las más tristes que se conocen, exactamente bajo el signo de la maldición de la Esfinge. Que afecto también a Napoleón I, después del desastre de Waterloo, cuando Bonaparte fue relegado por los ingleses a Santa Elena, de donde no volvería jamás. Muerte en exilió, y por consiguiente, en cautiverio.


La descendencia maldita

Para el rey de Roma la misma tragedia. Sobre este personaje circulan varias leyendas. Nacido con aquel título altisonante, fue proclamado emperador en 1815, pero para él fue siempre y solamente el exilio. Con el título de duque de Reischstadt, vivió con su abuelo, el emperador Franz Josef I, en Austria. En un ambiente frío, tuvo como único consuelo el afecto, se dice que hasta morboso, de la emperatriz madre, Sofía, la eterna enemiga de la emperatriz Isabel. Estuvo sobre el centro de intrigas y conspiraciones, sobre las cuales nunca se alzó completamente el velo. Murió en 1832, destruido por la enfermedad y la desesperación, también en el exilio, según la maldición de la Esfinge.


Para Napoleón III, hijo de Luis Bonaparte y Hortencia Beauharnais, la vida empezó y acabó bajo el mismo inquietante signo. Enfermo desde pequeño, sufrió toda la vida, tratando en vano de librarse del mal con estancias en termas y localidades salubres o en busca de medicamentos imposibles. En el exilio, como napoleónico pretendiente al trono, pareció que su destino terminara muy pronto trágicamente cuando en 1840 trató de hacerse proclamar emperador en Bolonia. Al frente de unos cuantos partidarios poco convencidos, penetró en territorio francés, se presentó en un cuartel gritando “Vive l' empereur”, vestido como su gran tío pensando que encontraría sentimentalismo en la guarnición.

Fue llevado a presidio y Luis Felipe lo hizo condenar a trabajos forzados. Merced a algunos cómplices logró huir, y su figura parecía destinada a desaparecer para siempre de la escena política. En su juventud, se había afiliado al carbonarismo y otras sociedades secretas iniciáticas y políticas; tuvo una vida aventurera, cuyo peso debía llevar también posteriormente.

Fue la revolución de 1848 la que lo condujo, increíblemente, a la presidencia de la República Francesa. Como es sabido, sólo tres años después, con un golpe de estado, se proclamó emperador de los franceses.


El hijo de Eugenia, el futuro Napoleón IV, nació gravemente enfermo. También sobre su persona se posó la huella de la maldición de la Esfinge. La emperatriz Eugenia, muy devota, ya desesperada de la posibilidad de salvar a su hijo, cuando una dama de la corte le llevó agua, para que la tomara el pequeño príncipe. Aquella agua fue suficiente para curarlo. Era agua de la fuente de Lourdes donde se había aparecido a Bernardette la virgen.

La emperatriz Eugenia tomó gran interés por el caso de Lourdes, supo de las persecuciones contra Bernardette, de las prohibiciones del emperador a los fieles para acceder a la cueva de los milagros, de las empalizadas que habían sido colocadas. El emperador destituyo a las autoridades hostiles a la aparición de Nuestra Señora de Lourdes, e hizo quitar las cercas. Y se debe al empeño de Eugenia, a sus suplicas al papa, que Pío IX tomara en consideración aquellos fenómenos; posteriormente estableció la Iglesia que se trataban apariciones de la Virgen.


Pero también el destino de Napoleón III había de ser la muerte en el exilio y cautiverio. Después de la batalla de Sedan quedó prisionero de los alemanes y, llevado a Inglaterra, convertido en fantasma de sí mismo, murió pobre en aquel país.


La ultima victima

Su hijo nunca llegó a ser Napoleón IV. Y muy pocos conocen su trágica historia, firmada también por la maldición de la Esfinge. En Inglaterra consiguió hacerse cadete de Su Majestad británica. Soñaba con cubrirse de gloria de alguna forma, con poder ser digno del nombre que llevaba. Cosa rara, justamente en aquella Inglaterra que había sido la gran enemiga y la vencedora de Napoleón I. Seguramente, el hijo de Luis Bonaparte esperaba para sus adentros obtener algún día el título de emperador. Políticamente, parecía imposible. Era necesaria la gloria conquistada personalmente, para entusiasmar quizá a los franceses y a los nostálgicos del imperio, pero sobre todo del bonapartismo.


Cuando estalló la tristemente famosa guerra de los Boers y el imperio británico, con la reprobación de todo el mundo civilizado, intervino, el joven Bonaparte creyó que aquella podía ser la ocasión para hallar la gloria en el campo de batalla.

Pidió poder participar en la guerra, en las filas del ejército inglés, en caballería. El hecho suscito gran revuelo y no pocas aprensiones. Un Bonaparte que combatía junto a los ingleses era un hecho inaudito, y si por casualidad hubiera sido muerto, ¿qué consecuencias se habrían producido, tanto en el plano diplomático como en relación opinión pública?

El gobierno inglés hizo todo lo posible para disuadir al joven, pero ante su insistencia tuvo que ceder. Lo envió a África, pero con órdenes concretas a los oficiales para no perderlo de vista, impedirle cualquier acción arriesgada y evitar a toda costa que sobrevinieran incidentes.

El joven Bonaparte partió lleno de entusiasmo. Y en África decidió en primer lugar visitar los lugares donde el gran Napoleón había combatido. Se trasladó también ante el monumento de la Esfinge. Y allí se le acercó un viejo árabe, que se inclinó ante él. Su familia, explicó, esperaba aquel día para entregar al heredero del gran Bonaparte algo que había conservado desde los tiempos de su desafortunada expedición. Y poco después, el árabe entregó al joven una silla de montar, la misma sobre la que había cabalgado, en Egipto, Napoleón I.

El joven quedó conmovido por la acción, colocó aquella silla sobre su caballo y juró no separase de ella.

Algún tiempo después, durante la guerra en la que se la había impedido tomar parte activa, el último de los Bonaparte se encontró aislado, con algunos compañeros, y rodeado de guerreros Boers. Generosamente se enfrentó a ellos, cubriendo la fuga a sus propios compañeros, quienes en efecto se salvaron.

Pero el joven no llegó ni a combatir. Su silla de montar se rompió cayó del caballo, se golpeo la cabeza en el suelo y murió. Lejos de su patria, según la profecía, y de forma dramática. La silla del gran Napoleón había sido conservada por uno de los guardianes de la Esfinge y entregada al que hubiera podido convertirse en Napoleón IV.

Y fue aquella misma silla silla lo que le mató. Con el fin del último de los napoleónicos, se extinguió la maldición de la madre del terror.

Texto por Pier Carpi, Revista Duda, #687, 29 de agosto de 1984. "¿Qué secreto encierra la calavera de cristal?"

domingo, febrero 10, 2008

No. 1101 La biblia el Popol Vuh

Cuando el joven monje español Fray Diego de Landa(1524-1579), pisó por primera vez las tierras de Yucatán, México, grande fue su asombro al escuchar de labios de los nativos narraciones muy semejantes a las historias bíblicas.

Y atribuyendo la semejanza en las narraciones a “influencias diabólicas”, ante la imposibilidad de que los mayas hubiesen siquiera oído hablar de La Biblia, ¡ordenó quemar todos los códices que encontró a su paso!

Pero andando el tiempo y al correr los años, el joven monje español fue elevado a la categoría de obispo. Y en esa calidad volvió a pisar las tierras yucatecas.

Sólo que ahora, y quizá arrepentido del crimen cultural cometido en su juventud, se dio a la tarea de buscar y recopilar códices, leyendas y tradiciones de los indios mayas.

Hasta lograr integrar en esa forma uno de los más hermosos manuscritos encontrados en América; ¡El Popol Vuh!

Ahora bien, ¿Por qué es tan importante este libro y cuáles son las extraordinarias historias que en el mismo se relatan?

Pero antes. Justo es que precisemos algunos conceptos sobre la santa biblia.

Empecemos por aclarar que, según las tradiciones judías y los acuerdos de la Iglesia Católica en el Concilio de Trento en el año 1546.

-Está prohibido poner en duda la 'inspiración divina' de los escritos bíblicos.-

O lo que es lo mismo.

Tanto la sinagoga judía como las diferentes iglesias cristianas, admiten que la Biblia es una colección “inspirada” o “dictada por Dios”.

Y contra esta opinión sustentada en los medios eclesiásticos judíos y cristianos, se han alzado siempre las voces de estudiosos que sostienen que -la biblia esta plagada de errores, anacronismos y falsedades-, -no es concebible, que la divinidad pueda equivocarse jamás-,-Por eso mismo, ¡no puede tratarse de un libro de inspiración divina!-.

Y a esas voces se han disconformes, se han unido la de un grupo de historiadores e investigadores que afirman que a la luz de los nuevos descubrimientos en los campos de la arqueología y la religión comparada. La biblia es solamente una recopilación de historias y sucedidos a pueblos tales como el hindú, los egipcios y los asirio-caldeos.


Ahora bien. Olvidándonos del origen divino de la biblia, ¿Podemos suponer, por un momento, que las enseñanzas contenidas en la misma, fueron dadas, simultáneamente, a todos los pueblos de la tierra?

O bien, aceptando que fue dios quien dictó la biblia al patriarca moisés, ¿acaso no podríamos suponer qué...?

La biblia y el Popol Vuh

¿Los dictó el mismo dios?



Por todos es sabido que la palabra “politeísmo” significa “varios dioses”, y que en la antigüedad, los pueblos primitivos de toda la tierra fueron politeístas. Tal fue el caso de los mayas de Yucatán.

Ahora bien, si el Popol Vuh habla de leyendas semejantes a las historias bíblicas, ¿por qué insistir en la comparación, si los mayas fueron politeístas y el pueblo judío es, y ha sido siempre, el pueblo monoteísta por excelencia?

Bueno, la verdad es que...

En el siglo XVIII, y en Francia, existió un hombre, el Doctor Astruc, que fue quizá el primero en llamar la atención sobre una aparente irregularidad en la biblia.

Localizada concretamente, en el relato del “Génesis”, primero de los 5 libros de la biblia, atribuidos a Moisés.

¿En qué consistía esa irregularidad? Bueno, en que el relato usa indistintamente, los nombres de “Elohím” y “Jehová” para designar al Dios de los hebreos.

Y ese hecho, ¿realmente tiene algo de extraño?

¡Pues sí! Y la razón es la siguiente: ambos nombres no están usados, de ninguna manera, en forma arbitraria.

Antes bien, la historia que menciona a “Elohím” y la historia que menciona a Jehová, ¡son en realidad dos historias diferentes, que se han integrado en una sola en el contexto del Génesis!.

Y además, ampliando esta información: a fines del siglo pasado, el escritor francés Francisco Lenormant, en su libro “Los orígenes de la historia”(edición 1880), sostiene que leyendo cuidadosamente el Génesis desde el capítulo 1º, hasta el capítulo 2º versículo No.4 encontramos que la historia está relatada por “Elohim”, que empieza diciendo -Al principio, creó Elohim los cielos y la Tierra, hizo la luz, separó el día de la noche... hizo que la tierra produjera hierba y que el árbol diera fruto... que las aguas tuvieran vida abundante, y que las aves volaran sobre la tierra-.

La historia cuenta también que Elohím bendijo a las especies y dispuso que fueran fecundas y se multiplicaran. A los peces les dijo que llenaran las aguas de los mares y a las aves, que se multiplicaran en la tierra.

Después, Elohím dispuso que la tierra produjera seres vivos, según sus especies. Y luego, dijo textualmente: “¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza!”. Y creó al hombre.

Y después de crear al primer hombre y a la primera mujer, los bendijo diciéndoles: “sed fecundos y multiplicáos. Llenad la tierra y dominadla”. Y les dio las plantas que producen grano y los árboles que dan fruto, para su sustento. Y acabó su creación al séptimo día y descansó.

Y hasta aquí la historia de Elohim, ya que del capítulo 2º versículo No.5 en adelante sigue la historia de Jehov o Yavé que empieza anotando que, -no habia arboles sobre la tierra y ninguna hierba había germinado todavía, porque Él no había hecho llover y porqué no había hombres sobre la tierra que cultivasen el suelo.

Entonces, Jehová formó al hombre del polvo de la tierra y soplo en sus narices el aliento de la vida. Luego, plantó un jardín de Edén a la parte oriente y puso ahí al hombre que formó.[...] Hizo nacer también árboles gratos a la vista y buenos para comer, y en medio de todo esto, plantó el árbol del conocimiento, el árbol del bien y del mal. [...]Luego ordenó al hombre que cuidara y labrara el jardín del edén, advirtiéndole que podía comer los frutos de todos los árboles menos los frutos del árbol del bien y el mal. Porque si llegaba a comer esos frutos ¡de seguro moriría!

Más tarde, viendo Jehová que el hombre estaba solo, pensó en hacer una ayuda para él. Lo hizo dormir, y dormir, tomó una costilla del hombre ¡e hizo de esa costilla una mujer, que entregó al hombre por compañera!



Y aquí detenemos la reseña de la creación, en la historia de Jehová, ya que todo mundo conoce lo demás, la serpiente, el la tentación, el pecado original, el castigo, etc.



Ahora bien, ¿qué puede tener de extraño que en el relato del génesis, se empiece hablando de Elohím y después siga hablando de Jehová? ¡Pues simplemente, según Lenormant, que la palabra Elohím significa “los dioses”!

Y que conforme a esta definición, la primera parte del Génesis relata la creación del hombre y de la tierra ¡Hecha por los dioses! Y no solamente por Dios.

Y la segunda parte es solamente otra versión de la misma historia, sólo que esta es relatada por Jehová, y a ella se agregan pasajes como el del árbol del bien y del mal, la serpiente, la tentación, el pecado original, el castigo, etc.

De modo que, conformes con Lenormant en el sentido de que la creación del hombre y de la tierra, bien pudo haber sido hecha por los dioses.

Ahora sí podemos comparar estos relatos con los del Popol Vuh, y sacar las conclusiones necesarias.

Y puestos en este camino, empecemos por decir que los narradores del Popol Vuh, comienzan su historia de esta manera.

-Todo estaba en suspenso. Vacía la extensión del cielo[...] no había todavía ni un hombre, ni un animal, ni pajaros, peces, cangrejos, arboles, piedras, cuevas, barrancos, hierbas ni bosques. Sólo el cielo existía. Y abajo, en el planeta tierra sólo el agua en reposo[...] el mar apacible, solo y tranquilo[...] Y en medio de esa noche, ocultos bajo plumas verdes, estaban los dioses[...] El Creador[...]El Formador[...]Tepeu[...]Gucumantz[...]Los progenitores.

Y de esta manera, existía el cielo y también, el Corazón del Cielo, que es el nombre de Dios.

Depues los dioses se juntaron y dispusieron la creación de la tierra diciendo:

¡Hágase así![...]¡Que llene el vacío!
[...]¡Que el agua se retire! [...]¡Que surja la tierra y se afirme!
[...]¡Que aclare![...]¡Que amanezca en el cielo y en la tierra!



Luego todos los dioses dijeron:

¡Tierra!

Y esta fue hecha al instante, surgiendo las montañas y los valles, diviendose las corrientes de agua y formando arroyos que corrieron libremente a través de los cerros.

Hecha la tierra, el siguiente paso fue crear a los animales los pequeños del monte[...]los guardianes de todos los bosques[...]los genios de las montañas.

¿Qué lugar asignaron los dioses a los animales en la tierra creada? Muy sencillo, los dioses dijeron:

Tú venado, dormirás en la vega de los rios y los barrancos[...] vosotros pájaros, habitaréis, sobre los árboles y los bejucos[...] y así. De uno en uno lo progenitores fueron dando habitaciones a todos los animales de la tierra.

Pero más tarde cuando los dioses pidieron a los animales que los alabaran por haberlos creado, y estos sólo contestaron con rugidos, chillidos y cacareos, sin poder pronunciar el nombre de los dioses. Los dioses condenaron a los animales diciéndoles -como no podeis adorarnos ni invocarnos, aceptad vuestro destino: ¡vuestras carnes serán trituradas!.

Luego de esto, los dioses decidieron crear al hombre.

Lo hicieron primero de barro, pero no resultó. Lo hombres de barro se deshacían rápidamente.

Probaron nuevamente, e hicieron a los hombres de palo. Pero estos no se acordaban de su creador ni de su formador, [...]caminaban a gatas, sin rumbo[...]rígidos, con su cara enjuta y su manos y pies sin consistencia. Entonces, para destruirlos, el dios Corazón del Cielo, mandó que cayera un diluvio sobre ellos.

Y aquí nos detenemos brevemente, para preguntarnos: ¿no guardan todos estos relatos cierta semejanza con la creación bíblica del hombre y de la tierra?

Y algo más: El diluvio universal enviado por Dios para destruir a la raza pecadora. Que en el caso de los mayas fue para los hombres que no sabían adorar a sus dioses.

Y siguiendo con el relato.

Los dioses hicieron un tercer intento, esta vez crearon al hombre de tzité y a la mujer de espadaña. Pero fracasó también con esta creación. Y para acabar con ellos, los dioses mandaron un nuevo diluvio. Pero en esta ocasión fue un diluvio de resina.

Y nuevamente nos detenemos en el relato para llamar la atención sobre esta lluvia de “resina”. ¿Acaso no es cierto que guarda gran semejanza con la lluvia de “nafta” o “petróleo”, que el Dios de Moisés envió junto con las piedras de barad sobre la tierra del Faraón cuando los castigó con las plagas de Egipto?

Pero sigamos con el relato, y veamos ahora cómo fue el cuarto experimento de los dioses mayas para hacer al hombre. Los crearon de maíz amarillo y de maíz blanco. Y ahora sí tuvieron éxito.

Pero sucedió esta vez que al crear los dioses a los 4 primeros hombres. Los dotaron de tal inteligencia, y tal vista, que los hombres alcanzaban a conocer todo lo que hay en el mundo; a ver la bóveda del cielo, incluida la faz redonda de la tierra, y conocer también las cosas ocultas.

Y entonces los dioses preguntaron a los hombres ¿Qué pensáis de vuestro estado? ¿Miráis? ¿Oís? ¿Es bueno vuestro lenguaje y vuestro paso?[...] -Oímos, pensamos, andamos y sentimos. Conocemos lo que esta lejos y lo que está cerca[...] y vemos también lo grande y lo pequeño del cielo y la tierra-

Cuando El Creador y El Formador oyeron hablar así a los hombres, dijeron entre sí:

-¿Por ventura se han de igualar a nosotros que podemos abarcar grandes distancias[...] que lo sabemos y vemos todo?

-No está bien lo que dicen nuestra criaturas. Todo lo saben. Lo grande y lo pequeño[...] ¿Qué haremos ahora con ellos?

-¿No son acaso simples mortales? ¿Han de ser ellos también dioses?

-[...]¡Que su vista solo alcance lo que está cerca! ¡Que sólo vean un poco de la faz de la tierra!

Entonces, cambiaron la naturaleza de sus obras, haciendo que el dios Corazón del Cielo, echara un vaho sobre los ojos de los hombres, y así, estos sólo pudieron ver lo que estaba cerca de ellos.

Y nos detenemos sólo un instante para preguntarnos: ¿no es curiosa la semejanza entre esta historia y la prohibición del Dios de la biblia para que el hombre no comiese del fruto del árbol de conocimiento?

Pero sigamos con la historia y anotemos que, al contemplar los dioses la soledad de los hombres, decidieron darles compañeras, y para ello, los hicieron dormir, y durante su sueño, crearon a las mujeres. Lo que necesariamente nos lleva a preguntarnos, ¿Acaso no es semejante al pasaje bíblico en el cual Dios da también una compañera al hombre durante su sueño?

Después. Las 4 parejas originales se multiplicaron allá en oriente, y engendraron a las tribus pequeñas y a las tribus grandes. Y entre ellas, según los narradores del Popol Vuh, a las tribus Yaquis y a las Olmecas.

Esta multiplicación de las tribus se llevó a cabo en medio de un mundo de tinieblas. Una obscuridad que duró 25 años según textos y anales prehispánicos.

Y esta referencia del Popol Vuh al periodo de las tinieblas en que las tribus mayas se multiplicaron, nos hace recordar los 40 años que las tribus de Moisés pasaron en el desierto, también entre las tinieblas.

Pero falta algo todavía. Las nuevas tribus emigraron, en la obscuridad a un mítico lugar: tulan zuiva(las 7 cuevas de tulan) y ahí se reunieron todas. Y fue allí también donde recibieron sus dioses. Y donde iniciaron la marcha hacia Yucatán.

Pero ¿como cruzaron el mar desde la isla de Tulan Zuiva hasta las costas yucatecas? El Popol Vuh asienta: -no esta claro como fue su paso por el mar[...] como si no hubiera mar,pasaron hacia este lado[...] ellos pasaron entre el mar, habiéndose dividido las aguas cuando pasaron.

Y hasta aquí el Popol Vuh.

Y ahora nosotros preguntamos.

¿Son solo coincidencias las historias que cuenta el Popol Vuh de los mayas con las narraciones de la biblia dictada a Moisés por el Dios del Sinaí? Pues la confusión de las lenguas de Tulan Zuiva, se asemeja mucho a la historia de la Torre de Babel de que habla la Biblia.

Y el relato del paso de las tribus mayas de Tulan Zuiva a las cosas yucatecas, francamente parece copiado del relato bíblico del paso del mar rojo por las huestes de Moisés.

¿Y la creación de la tierra? ¿la de los seres vivientes? ¿la del hombre y la mujer? ¿y el diluvio? ¿la obscuridad? ¿la lluvia de petróleo? ¿Son solo coincidencias reflejadas en los anales de los pueblos judío y maya?

La verdad, ante la enorme similitud en ambos relatos terminamos nuevamente por preguntarnos, ¿Dictó el Dios Moisés el Popol Vuh de los mayas?